Así lo indicó Maragall durante el encuentro informativo organizado por Nueva Economía Fórum, donde aseguró que la primera “obligación” de una Administración pública en este momento es “tener una política de vivienda, económica y educativa, incluso de okupación”, que es la “mejor garantía” de que no se tiene que llegar nunca a los desahucios.

“Hay mecanismos para parar los desahucios”, destacó Maragall, quien subrayó que la “mejor manera” de resolver esta cuestión es hacerlo por una vía de “garantía del alquiler” y por una vía de “intervención directa” de la Administración de acuerdo con los propietarios, “garantizando el interés legítimo de la propiedad” y teniendo en cuenta a los inquilinos.

De este modo, continuó, las okupaciones que “no tienen este origen” quedan “aisladas” e “identificadas” y “tendrán que ser y serán combatidas directa y frontalmente” porque “estaremos en condiciones de separar y delimitar de qué estamos hablando y no confundirnos”. A su juicio, “es tan urgente una cosa como la otra”.

Sobre las okupaciones, denunció que ya hay casos “evidentes” de “organizaciones delictivas” que utilizan el concepto de okupación para “hacer negocio a costa de la miseria, la dignidad y la pobreza de la gente” y esto es “inadmisible”. “En todos los casos así tenemos que actuar ya, no hace falta esperar”, puntualizó.

TURISMO

Respecto a sus propuestas en materia de turismo, Margall dijo que este sector tiene un peso económico y social “tan acreditado y tan potente” que sería “absurdo intentar discutirlo” o “negar la evidencia” y “rechazarlo”.

Al contrario, prosiguió, lo que hay que hacer es “gobernarlo bien, regularlo, gestionar los efectos secundarios”. Al propio sector turístico, según Maragall, “no le interesa que esto se degrade”, que la ciudad “pierda atractivo”, que Passeig de Gràcia sea “un escenario peligroso desde el punto de vista de la seguridad” o que las Ramblas sean “un objeto de invasión masiva”.

Además, manifestó que quiere que Barcelona “tenga excelencia, tenga cosas que no tiene nadie más, un comercio que no tiene nadie, o casi”. Esto, a su juicio, cada vez es más difícil, por eso “tenemos que extremar más nuestra capacidad de crear en este terreno”. En este sentido, denunció que un “símbolo de lo que quiere decir una determinada no gestión del turismo es que Las Ramblas se hayan convertido en una tienda de souvenirs o de otras cosas”.