Los puntos débiles de ambos candidatos se derivan principalmente del hecho de que uno y otro fueron sorprendidos por los acontecimientos en las últimas elecciones generales de 2004. Ni Zapatero estaba preparado para ser presidente de Gobierno, ni Rajoy pensaba que podía quedar en la oposición, tal y como señalaron todos los participantes en el debate.

Según Pilar Cernuda, autora de "Contra el talante", los dos contendientes tienen en contra el hecho de que "infravaloran" a su contrincante y piensan que el otro no tiene "ni media bofetada".

En su opinión, Zapatero llegó a La Moncloa "un poquito verde", cuando otros cuatro años con su labor de "buen jefe de la oposición" le habrían permitido madurar. Por su parte, dijo, Rajoy ha tenido desde 2004 "la sensación de que no merecía estar en la oposición".

Para Fernando Jáuregui, escritor de "La decepción", el líder socialista accedió "muy verde" a la presidencia y "no ha madurado mucho" en estos cuatro años. Según dijo, "para ser primer ministro de la octava potencia mundial hay que tener más idiomas, más recorrido y más experiencia en gestión". A Rajoy le criticó algunos "apoyos bastante indeseables".

Pablo Iglesias, coautor de "Si yo fuera presidente", considera que el punto débil del líder socialista es la "improvisación", mientras que Rajoy flaquea en presentación de "iniciativas" para construir una alternativa de gobierno. Asimismo, consideró que a los dos "les falta equipo".

Además, explicó que como el propio Aznar dice, "Rajoy no entusiasma", porque es "tímido" y poco dado a la vehemencia a la hora de defender sus convicciones. Pese a que ha evolucionado en estos cuatro años, tiene un perfil más acorde con el de "buen gestor" que con el de propagandista entusiasta.

NEGOCIAR CON ETA

También entraron a analizar la política antiterrorista del Gobierno Zapatero. Esther Jaén, coautora de "Zapatero, el rojo", se mostró convencida de que cualquier presidente de Gobierno que tenga al alcance la posibilidad de acabar con ETA volverá a dialogar con la banda; eso sí, "las exigencias serán mucho mayores" que las establecidas para iniciar conversaciones en esta legislatura.

A su juicio, Zapatero creyó firmemente en la posibilidad de un final negociado con la banda y trabajó con ahínco por lograrlo, pero ahora, una vez comprobada la imposibilidad del acuerdo, trabajará con el mismo empeño en otra dirección y no se meterá en "otro berenjenal".

Para Jáuregui, está claro que gane quien gane y en las condiciones idóneas, el Gobierno volverá a negociar con la banda. Además, abogó por un pacto entre PP y PSOE en los grandes temas de Estado, que deje fuera de los pactos postelectorales a los partidos nacionalistas y a IU.

Contrario a esa opinión se mostró Enric Sopena, autor de "La EsPPaña de Rajoy", quien advirtió de que en democracia "tienen que caber todos" y abogó por acabar con la idea de que los nacionalistas "lo perturban todo". Insistió, además, en que dejar fuera del juego democrático a los nacionalistas es tanto como darles argumentos para el separatismo.

En materia de terrorismo, Sopena recordó que la posibilidad de dialogar con ETA se le dio a Adolfo Suárez, a Leopoldo Calvo Sotelo, a Felipe González y a José María Aznar, pero "se le ha negado de manera miserable a Zapatero", en contra incluso del 60 por ciento de ciudadanos que las encuestas dicen que están a favor de un fin dialogado de la violencia.

En respuesta a una pregunta sobre el Rey, Pilar Cernuda aseguró que la monarquía está "perfectamente defendida", que don Juan Carlos no va a responder a las manifestaciones republicanas y que "cuando llegue el momento" sabrá retirarse a "un segundo plano" y abdicar pensando en España y "como patriota que es".

Finalmente, Lucía Méndez, autora de "Duelo de titanes", respondió a una pregunta sobre la pugna entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. Se mostró convencida de que el alcalde de Madrid no abandonará la política y afirmó que la reacción "autoritaria" de Rajoy en el proceso de elaborar las listas fue tardía, y vino después de haber "dado demasiada cuerda" a Aguirre para que se hiciera con las riendas del partido en Madrid.