Montalvo sostuvo que “la reducción de la pobreza no se conseguirá con las políticas seguidas hasta ahora” y reclamó “una cooperación internacional más alineada, consensuada e integral, diseñada en coherencia con las políticas y valores de cohesión social” de cada país.

En este sentido, reivindicó una “nueva estructura” de la cooperación al desarrollo basada en “el fortalecimiento de los sistemas públicos de gobernabilidad, de las capacidades de las sociedad civil y de las competencias de los profesionales de las organizaciones”.

Además, vio necesario “ayudar a las administraciones de los países a desarrollar planes nacionales de educación, salud, empleo, etc, enmarcados en la estrategia de lucha contra pobreza y siempre con la participación de la sociedad civil”.

Para ello, agregó, “hay que multiplicar esfuerzos y recursos y lograr grandes pactos sociales a nivel local, nacional e internacional”.

“Buscar respuesta a la tragedia humana que viven muchos países y personas actualmente va a favorecer, sin duda, un mundo más estable, así como una mejor recuperación de la senda del crecimiento y del progreso”, apostilló.

A pesar de la “desconfianza en los valores e ideologías que tradicionalmente han sustentado nuestras sociedades”, Montalvo enumeró algunos progresos, como la aprobación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en 2000 y, en clave nacional, la Ley de Cooperación Internacional de 1997 y el Pacto de Estado contra la Pobreza de 2007.