La OEI lamenta que América Latina tenga una educación superior de “baja calidad”
La OEI lamenta que América Latina tenga una educación superior de “baja calidad”
Lo dijo en un desayuno informativo organizado en Madrid por Nueva Economía Fórum en el que expuso que históricamente el “gran debate educativo ha sido muy tecnocrático”, a pesar de que “la escuela es un lugar de convivencia idóneo y un lugar de transmisión de valores y de formación de hábitos de vida”.
En ese sentido, consideró “importante” la reciente celebración en Fortaleza (Brasil) de la reunión de ministros de Educación del G20 por haberse abordado en ella cuestiones relacionadas con la inclusión educativa, la transición digital y la cobertura presupuestaria de este tipo de iniciativas.
En lo concerniente a la situación de la educación superior en el subcontinente, Mariano Jabonero comentó que América Latina concentra “el mayor crecimiento en matrículas” del mundo: 32,5 millones, el 70% de las cuales pertenecen a personas que son las primeros de sus familias en ir a la universidad.
Luego de resaltar que la región cuenta con más de 4.000 centros universitarios y de exponer que las clases virtuales representan el 80% del total, señaló que los déficits de la educación superior en Latinoamérica son los dos siguientes: la “baja calidad” de sus sistemas en este nivel educativo y que es la región con “menor movilidad académica”, con un 1,1%, al nivel del África subsahariana.
Ante esta situación, la OEI está promoviendo un sello de calidad para garantizar sistemas de educación superior más homogéneos para fortalecer la movilidad y pondrá en marcha próximamente sistemas de microcredenciales para impulsar la educación técnica profesional (el equivalente a la Formación Profesional en España) y las carreras STEM en mujeres.
Por su parte, Mariano Jabonero reivindicó la vigencia de la OEI, una organización que acaba de cumplir 75 años de historia, y de la que recordó su lema: “hacer que la cooperación suceda”. En ese sentido, subrayó que la clave de su éxito reside en una serie de factores, entre los que enumeró su vocación de servicio público, su arraigo en el territorio y su reputación pública. “Somos un bien público regional, esa es la vocación de la OEI, ese es su patrimonio”, comentó.
Tras reseñar que la reciente concesión a la organización del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional supone un “reconocimiento a nuestra trayectoria histórica y un espaldarazo para seguir adelante”, afirmó que la clave de su longevidad estriba en su vocación de “buscar consensos a partir de programas, de proyectos, relacionados con solventar los problemas de la gente”, teniendo en cuenta la evolución de la realidad en América Latina, ya que “no es lo mismo lo que sucede hoy que lo que sucedía en 1949 o en 1991, cuando comenzaron las cumbres iberoamericanas”, a las que definió como “algo a cuidar porque es una de las cosas que nos unen”.
Por último, presumió de que la OEI ha evolucionado desde su defensa primigenia de la educación, la cultura y la ciencia hasta la reivindicación de los derechos humanos, la igualdad, la democracia, sin olvidar su apuesta por la transformación digital y la sostenibilidad.