José Montilla

José Montilla

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Madrid, Hotel Ritz (Plaza de la Lealtad, 5) 9:00 horas

Desayuno informativo del Fórum Europa, organizado por Nueva Economía Fórum, con el patrocinio de Asisa, BT y Red Eléctrica de España. Plazas Limitadas

José Montilla

Ex President de la Generalitat de Catalunya y Primer Secretari del PSC
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Nacimiento e infancia

Nací el 15 de enero de 1955 en El Remolino, un pueblo del municipio cordobés de Iznájar, formado por unas cuarenta casas de familias que vivían de los huertos y los olivares próximos al río Genil.
Mis padres también trabajaban en el campo, hasta que empezó la construcción del pantano que ahora inunda todo El Remolino.

Durante la construcción del embalse, mi padre, Antonio, trabajó en las obras. Los que recuerdan aquella época aseguran que defendía con claridad los derechos de los trabajadores. Era un referente para muchos. Sus convicciones e inquietudes fueron también un referente para mí. Igual que lo fue mi abuelo paterno, a quien no conocí y que fue un militar republicano, oficial del cuerpo de carabineros durante la guerra civil.

El caso es que la inundación obligó a las familias de El Remolino a marcharse. Mi primer traslado fue a otra población de Córdoba, Puente Genil, donde vivían mis abuelos maternos. Vivimos allí cinco años.Allí hice los primeros cuatro años de Bachillerato.

Después, mis padres decidieron probar suerte en Cataluña. Teníamos familiares aquí y un conocido de la familia dispuesto a vendernos un piso en Sant Joan Despí. Y para acá vinimos los cinco: mis padres, mis dos hermanos -Ana y Juan- y yo.

Llegada a Cataluña

Llegué con 16 años y, como la mayoría de jóvenes de mi época que querían estudiar, combiné el instituto con el trabajo, primero en una empresa de artes gráficas de Esplugues de Llobregat y después en otra de componentes electrónicos de Sant Joan Despí.

Rápidamente me interesé por la política. Con 17 años ingresé en un grupo antifranquista de extrema izquierda. Y clandestino, claro está. En 1972, bajo la dictadura, no podía ser de otra manera. A principios de 1975 ingresé en el PSUC, que entonces también era clandestino.

Fue una época de libros traídos de Francia, reuniones hasta altas horas de la noche, de octavillas de la ciclostil…

En aquellos años éramos muy pocos los que nos atrevíamos a manifestarnos en la calle. En Cornellà, casi nunca llegábamos al centenar, excepto en las huelgas generales del Baix Llobregat, que también me tocó vivir. Era la dictadura y las manifestaciones estaban prohibidas y organizarlas era todo un riesgo. Aun así, salíamos a manifestarnos en favor de la libertad, por la democracia, los derechos sociales y el autogobierno de Cataluña.

Cuando llegaron las grandes manifestaciones de la transición, yo estaba haciendo “la mili” en Valencia.

El servicio militar fue una interrupción, tanto en mi vida política, como en mi pasión por los viajes. Antes de vestirme con el uniforme del ejército recorrí prácticamente toda Europa. Algunas veces con mochila y tienda de campaña, otras veces yendo a hoteles sencillos. Recuerdo especialmente el viaje a Portugal en Agosto de 1974, pocos meses después de la Revolución de los Claveles. Más adelante, he tenido ocasión de conocer algunos países de África, el continente por el que siento más atracción, y del resto del mundo. Viajar sigue siendo una de mis aficiones.

Mi familia

Ya he hablado de mis padres. Ahora están jubilados, y viven entre Calafell y Sant Joan Despí. Mi hermana tiene dos hijas ya grandes y trabaja en una industria agroalimentaria. Mi hermano murió hace quince años.

Soy padre de cinco hijos: Arnau, Marina, Víctor, Héctor y Anna. Los dos primeros, Arnau y Marina, son fruto de mi matrimonio con Maite, mi primera mujer. Tienen 26 y 24 años.

Víctor, Héctor y Anna, son mis trillizos. Nacieron el 19 de mayo del 2000, y su madre es Anna, mi segunda y actual mujer. Ahora vivimos en Sant Just Desvern, en casa de Anna.

Durante los dos años que he sido ministro del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero los he visto poco. Sólo los fines de semana, y a tiempo compartido con mis obligaciones de partido.

También hemos aprovechado las vacaciones, que los últimos veranos hemos pasado en una localidad de la costa de Granada, en familia y con amigos. Una ocasión para estar juntos y en mi caso también para leer -una de mis aficiones es la novela negra- y para volver ocasionalmente, ahora como visitante, a Iznájar y otros pueblos de mi infancia.

Todo y que lo hablamos con mi mujer, consideré que era más prudente ahorrar a la familia entera un traslado a Madrid, porque además, Anna tiene su trabajo aquí. Siempre he dicho que los políticos tenemos un trabajo eventual. Sometido a una reválida permanente.

Y también sabía que, como primer secretario del PSC, tendría que compaginar las tareas del ministerio con el partido. Eso supone dedicar muchas horas a la política catalana: recorrer Cataluña y hablar y recibir a mucha gente. Y sabía que tendría que hacerlo durante los fines de semana.

Alcalde de Cornellà

1979 fue el año que me presenté por primera vez a unas elecciones. Formé parte de la candidatura del PSC en el Ayuntamiento de Sant Joan Despí y fui teniente de alcalde de Economía y Hacienda. Un año antes ingresé en el PSC, que se acababa de fundar.

Fue una época donde combiné trabajo en Sant Andreu de la Barca, actividad política en Sant Joan Despí, y estudios que abandoné después de hacer segundo de Economía y tercero de Derecho.

En 1983 decidí encabezar la lista de Cornellà de Llobregat, ciudad en la que había ido a vivir a finales de 1979, cuando me casé. Gané, pero no fui alcalde hasta 1985. Dos años más tarde, cuando me volví a presentar, conseguí mi primera mayoría absoluta.

Ser alcalde de Cornellà ha sido la experiencia que más huella ha dejado en mi vida política, hasta que he sido elegido Presidente de la Generalitat.

Cornellà era una ciudad dormitorio, que por su proximidad a Barcelona se había convertido en el destino de muchos trabajadores de otras regiones de España. Muchas calles y muchos polígonos estaban sin asfaltar. Los bloques de pisos, en algunos barrios, se habían construido sobre descampados. Sin planificación. Faltaban alcantarillas, escuelas, bibliotecas … Había pocos espacios públicos y un transporte urbano deficiente. Los barrios no tenían equipamientos, casi de ningún tipo.Había mucho trabajo por hacer en infraestructuras básicas, pero una gran y rica sociedad civil con muchas ganas y empuje.

El desempleo rondaba el 30% de la población, mucho más alto que la media de Cataluña y de España, y el Ayuntamiento parecía condenado a los graves problemas económicos, porque las necesidades eran muy superiores a los ingresos.

Quizás por esta situación tan preocupante, fue posible que los diferentes partidos y agentes sociales de la ciudad trabajáramos juntos con un objetivo común: transformar la ciudad. Los sindicatos y los empresarios ayudaron. Y lo conseguimos.

Ahora Cornellà es una ciudad económicamente activa y dinámica. Ya no es una ciudad dormitorio ni un suburbio de Barcelona. Se puede vivir y trabajar. Es un polo de atracción, tanto para empresas, como para personas que quieran, con su esfuerzo, construir un futuro próspero. Es una ciudad con personalidad propia y sus ciudadanos se sienten orgullosos. Ésta es una de mis principales satisfacciones.

Las instituciones catalanas

Gracias a la alcaldía, también tuve ocasión de conocer, desde dentro o desde muy cerca, el funcionamiento de todas las instituciones de Cataluña: los “consejos comarcales” (cuando se crearon fui escogido presidente del Consejo Comarcal del Baix Llobregat y mantuve este cargo durante tres mandatos, hasta el año 1997); las diputaciones (en 1983 entré en la de Barcelona como diputado de Obras Públicas y a partir de 1987 ocupé diferentes vicepresidencias, hasta el 2003, cuando fui nombrado presidente, todo y que por pocos meses); y la Generalitat (19 años de alcaldía dan para muchas reuniones con todos los departamentos del Gobierno, incluido el presidente Pujol, con quien negocié y compartí muchos proyectos).

La política y yo

Es bien sabido que dedico la mayor parte de mi tiempo a la política. Como también es conocido duermo pocas horas y me gusta trabajar duro. Pero para mí no es ningún suplicio. Al contrario, disfruto con la política. Tengo el privilegio de ser de los pocos que pueden unir profesión y pasión en una misma actividad.

Cada vez que mi trabajo me conlleva una nueva responsabilidad o unas nuevas elecciones, leo crónicas, escucho comentarios o respondo preguntas del tipo: ¿”Cómo puede ser que a una persona que hable tan poco le guste la política”? La pregunta tiene su lógica, ya que una de las principales virtudes que se espera de un político es que sepa y le guste hablar en público. O hablar, simplemente.

Yo siempre he sido una persona de pocas palabras y poco hábil en el tema de la comunicación. Soy tímido, poco dado a discursos retóricos y largos. Más persona de hechos que de palabras. Con esta frase me presenté a mis primeras elecciones autonómicas, en el 2006: HECHOS, NO PALABRAS.

Seguramente eso es un problema para un candidato, pero puedo asegurar que a la hora de trabajar, de hacer política “real” -liderar, negociar, definir proyectos, llevarlos a cabo- no me ha supuesto ningún impedimento. Al contrario. Pienso que quien se dedica a escuchar consigue muchas más pistas para decidir bien qué tiene que hacer que aquél que se pasa la mayor parte del tiempo hablando.

El caso es que, aunque intento mejorar, no me he propuesto ser un político de escaparate. Cada uno es como es.

El PSC

A mi partido, mi personalidad tampoco ha supuesto ningún obstáculo. Gracias a mi militancia y a formar parte de la dirección del Partit dels Socialistes de Catalunya tengo un conocimiento, creo que muy profundo, de Cataluña.

Fui primer secretario del Baix Llobregat y entré a formar parte de la Ejecutiva del PSC en 1987. En 1994, fui escogido Secretario de Organización, cargo que implica tener un fuerte y continuado contacto con todas las federaciones del partido. En el 2000 fui escogido Primer Secretario y aproveché la ocasión para recorrer todas las agrupaciones de más de 100 militantes. Y también la mayoría de las más pequeñas.

Desde que soy Primer Secretario, siempre me he obligado, en la medida de mis posibilidades, a recorrer el territorio de punta a punta, porque considero que el contacto directo es la mejor manera de conocer las inquietudes y las ilusiones de los militantes, así como de los ciudadanos. En el 2008, el undécimo congreso del PSC me volvió a escoger Primer Secretario, como ya habían hecho también en el 2000 y en el 2004.

Ministro

Los ministros de Zapatero prometimos el cargo un domingo, el 18 de abril de 2004, y entramos en nuestro despacho al día siguiente por la mañana. Durante la campaña electoral, cuando casi nadie confiaba en su victoria, el presidente me había comentado que contaba conmigo para su futuro gobierno. Pero no fue hasta el día 26 de marzo que supe que se me nombraría Ministro de Industria, Comercio y Turismo. Rápidamente me convertí en “el ministro catalán”.

Entre las responsabilidades que me ocuparon esos casi dos años y medio al frente del Ministerio sobresalen la regulación del sector energético, la puesta en marcha de la TDT y la reforma del sector audiovisual; la aprobación de la nueva ley de horarios comerciales; la promoción del comercio exterior y la internacionalización de las empresas; el impulso a fondo de la investigación, el desarrollo y la innovación; la implantación demedidas para detener las consecuencias de la deslocalización industrial; la dinamización del turismo; y el desarrollo de la sociedad de la información y las telecomunicaciones.

Para todas estas tareas fue necesaria la complicidad de las empresas y tengo que agradecer el espíritu de lealtad al Gobierno que mostraron muchos empresarios y los sindicatos.
No obtuve tanta colaboración para llevar a cabo el traslado de la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones a Barcelona. Esta decisión, que formaba parte de nuestro programa electoral y que ilustra la voluntad de los socialistas de descentralizar los grandes centros de toma de decisiones, topó con una importante resistencia interior. Pero hoy, la CMT ya tiene su sede en Barcelona, en la torre Mapfre y con un nuevo edificio propio muy pronto.

La voluntad de colaborar con las empresas catalanas, potenciar la creación de grupos europeos en Barcelona y contribuir al reconocimiento de la pluralidad de España desde el Ministerio, ha sido usada de manera muy burda por los rivales políticos, que en algunas ocasiones han centralizado sobre mi persona los ataques dirigidos a una manera de entender la política y entender España que no sólo es mía, sino que era de todo el Gobierno.

La aprobación del dominio de Internet “.cat“, las subvenciones a la promoción de la lengua catalanaen la red, el soporte a la industria editorial mediante subvenciones para ir a la feria de Frankfurt o el hecho de ser el primer ministro español que ha utilizado la lengua catalana en un Consejo de Ministros de la Unión Europea, han sido objeto de críticas de los adversarios. Para unos, eran medidas todavía demasiadas tímidas. Para otros, un peligro para la unidad de España. Los socialistas estamos acostumbrados a encontrarnos en medio de este fuego cruzado.

Presidente de la Generalitat de Catalunya

Ahora hace 4 años, en una biografía muy parecida a ésta manifestaba mi deseo de empezar una nueva etapa dedicada plenamente a la política catalana. Era el candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat. Gracias a los ciudadanos y ciudadanas, pude tener el apoyo necesario para poder articular una mayoría parlamentaria que pudiera reeditar el gobierno catalanista y de izquierdas que, con Pasqual Maragall como Presidente, gobernaba Cataluña desde el 2003.

Así, el 24 de noviembre de 2006 tomaba posesión del cargo de Presidente de la Generalitat, institución que presido hasta hoy, y que me gustaría seguir presidiendo si la voluntad ciudadana y una mayoría parlamentaria suficiente me lo permite.

Resumir estos 3 años y medio de Gobierno no es tarea fácil. No en vano, hay quien ha dicho que sólo un año de gobierno serviría para justificar toda una legislatura. Seguramente otros hubieran extraído mucho rendimiento publicitario con mucha menos obra hecha.

2007
Fue el año del inicio del despliegue de la Ley de la Dependencia, de la Ley de Servicios Sociales, la primera que aprobó mi Gobierno, del Pacto Nacional por la Vivienda, de la Feria de Frankfurt, del Metro por la noche.

2008
Fue el año del Acuerdo para que el Estado invierta en Cataluña más de 30.000 M€ entre el 2007 y el 2013, del “Pacte Nacional per la Investigació, la recerca i la Innovació”, del “Pacte nacional per la Immigració”, del AVE de Barcelona a Madrid, del desdoblamiento de los accesos a la Costa Brava.

2009
Fue el año de la desalinizadora del Prat, del Nuevo Modelo de Financiación, de la Ley de Educación, de la nueva Terminal 1 del aeropuerto de Barcelona, de la Línea 9 del metro en Santa Coloma de Gramenet, de la Ciudad de la Justicia, del “Pacte Nacional per les Infraestructures”, del tercer carril del AP-7.

2010
Este año hemos conseguido el traspaso de las Cercanías, la entrada en servicio del aeropuerto de Lleida-Alguaire, del Metro en el Carmel, la Línea 9 del Metro en Badalona, la Nueva Filmoteca de Cataluña, el Sincrotón Alba o las obras del AVE en La Sagrera de Barcelona.

En definitiva, casi 4 años haciendo Cataluña. Trabajando duro para construir un mejor país y mejorar las condiciones de vida de los catalanes y catalanas y haciendo de las políticas sociales el centro de nuestra acción de Gobierno. Han sido años marcados muy significativamente por la crisis económica, y por eso hemos puesto en marcha también medidas para paliar los efectos de la misma, en especial los efectos sobre los más débiles. Han sido 4 años que han valido la pena.

Fuente: http://www.josemontilla.cat/es/biografia/