En su opinión, “el público debe ser compensado por la destrucción de ecosistemas valiosos con la creación de capital natural similar”, de ahí la utilidad de los “bancos de hábitat”, nacidos en EEUU para el mantenimiento de espacios de alto valor ecológico similares a otros ya existentes.

Explicó que estos ecosistemas pueden así ser vendidos a aquellas empresas que necesitan reparar el daño ocasionado a la sociedad, algo que, a su juicio, contribuiría a que las compañías dejen de “asumir la contaminación como un coste” (tipo multa), y entiendan que “es su responsabilidad reparar la destrucción causada”.

Además, este mercado facilitaría la canalización de medios financieros privados hacia la conservación del patrimonio natural; conduciría a una valoración más transparente de los activos ecológicos, y ayudaría al estado y a las comunidades autónomas a fijar sus prioridades en medio ambiente, apuntó Graña.
  
INICIATIVAS DE FUTURO
En cuanto a la estrategia ambiental de Tragsa, su presidenta señaló que “para el 31 de diciembre de 2013 nos hemos fijado el objetivo del 30% en la utilización de biodiésel”, y añadió que “queremos ampliar el empleo de biocombustibles a todas las tipologías de nuestro parking de maquinaria”.

Asimismo se refirió a la estrategia de compras verdes adoptada por el grupo y a la implantación de criterios de sostenibilidad en sus principales edificios.

En el encuentro intervino también el vicerrector de relaciones Institucionales de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Jose Manuel Páez, quien defendió la necesidad de fomentar la eficiencia energética en la construcción.

Páez destacó la celebración de la primera edición europea del concurso interuniversitario de viviendas sostenibles Solar Decathlon, que la UPM organizará en Madrid en 2010.