Rufián abordó ambos temas durante su intervención en la tribuna informativa que organiza Nueva Economía Fórum, a preguntas de algunos de los asistentes. Sobre la mesa de diálogo, garantizó que “la interlocución entre ERC y el Gobierno es múltiple y constante”. Por ello, a su juicio, “no hace falta una orquestación y una foto pública si simplemente es una orquestación o una foto pública”.
 
“Prefiero muchas veces una llamada telefónica”, apuntó el portavoz, recordando que la reunión pública de ambas administraciones suele ser el punto final de un trabajo previo más sustancioso. “No evaluaría la salud de este Gobierno en función de las mesas que se convoquen”, desdeñó para zanjar el asunto.
 
En cambio, Rufián, que reconoció la habilidad política del primer secretario del PSC, Salvador Illa, interpretó que “esa habilidad está haciéndole postergar unos presupuestos que son muy necesarios”, con partidas como 1.300 millones para sanidad, la contratación de 2.000 residentes y otros 25 contra la violencia machista.
 
Elucubró que Illa sabe que el retraso en la aprobación de los presupuestos “desgasta a ERC”, pero advirtió de que “desgasta al PSC también” y “sobre todo afecta a la gente”. En suma, criticó que el PSC “sólo por intereses electorales posterga una decisión que, si no, tomaría”. La posibilidad de que sea Junts per Catalunya quien saque adelante con sus votos las cuentas de la Generalitat la despejó más rápidamente: “De Junts olvídese”.
 
En otro momento, el portavoz de ERC se negó a hablar del otro gran partido independentista desde la convicción de que “genera ruido que no somos capaces de contrarrestar” y ahuyenta a “mucha gente normal” del electorado independentista. Pero reivindicó la labor de su partido con una larga enumeración de leyes que se han aprobado en Madrid con su apoyo y con la oposición de JxCat. Entre ellas, que ”nueve personas duermen en su casa y no en una celda”, que “un delito anacrónico ya no existe en el Código Penal” y que “un referéndum de autodeterminación nunca más se podrá juzgar como si fuera la Gürtel”.
 
RELACIÓN CON EL PSOE
Rufián justificó que en ERC no son “responsables de las decisiones del PSOE”, sino sólo “de algunas de sus rectificaciones”, y bromeó con la doble visión que se tiene de su capacidad de influencia: en Madrid como “una especie de ente poderoso que obliga al PSOE y lo tiene de rodillas” y en Cataluña, generalmente desde JxCat, como “una especie de mascota que vota que sí a todo sin negociar nada”. “Ni una cosa ni evidentemente la otra”, corrigió él.
 
El portavoz de ERC trasladó su apoyo a los condenados por el 1-O a que “intenten recorrer todo el camino judicial que puedan”, pero recordó que su partido no puede cambiar al poder judicial español, que insistió que es “un problema” para España. Además, en claro gesto hacia el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont dijo que él no iba a “comprar la versión de que aquellos que están en el exilio viven como si fueran marajás”, cuando “es una forma de prisión y es terriblemente cruel”.
 
Rufián insistió en su convicción de que la represión policial y judicial no soluciona el que haya dos millones de catalanes que voten a independentistas, pero en su mensaje final reconoció que “ser independentista no hace ser mejor ni peor catalán” que unionista o federalista. “Forma parte de nuestra responsabilidad decirlo”.
 
Respecto a su futuro personal como candidato a la Alcaldía de Santa Coloma de Gramanet, explicó que se lo pidió el presidente de ERC, Oriol Junqueras, y señaló que tanto a él, como a su mujer y a su hijo, no sabe decirles que no. Proclamó que “ERC tiene que ser un partido metropolitano, que compita de tú a tú con el PSOE”, y que “es insano” que los socialistas lleven 32 años gobernando su municipio con mayoría absoluta.
 
Sabedor de que la ventaja del PSC es de 17 a 3 concejales, ironizó que “todo lo que sea sumar será bienvenido”, pero al mismo tiempo dijo ser consciente de que forma parte de “un proyecto colectivo” y de que cualquier intervención suya puede ser la última. Cuando ese momento llegue, afirmó, se irá a casa y hará como su predecesor en el Congreso, Joan Tardá, “ayudar a quien me lo pida”. Eso sí, recordó con sorna, hay opinadores, “sobre todo en Cataluña”, que desde hace seis años le dan mensualmente por muerto o amortizado políticamente. “Algún día acertarán”, aventuró con una sonrisa.