Ruiz se refirió a esta cuestión en un encuentro informativo organizado por Nueva Economía Fórum, que contó la presencia del ministro consejero y encargado de Negocios de la Embajada de Ucrania en Madrid, Dmytro Matiuschenko.

El responsable del Instituto Elcano afirmó que las sanciones financieras, económicas y energéticas aprobadas contra Rusia son “muy importantes” y se están aplicando con un “escalamiento” que tienen la capacidad de “desestabilizar” la economía rusa.

Destacó que la amplitud de las represalias económicas adoptadas por la UE, EEUU y otros países son “inesperadas” por su alcance y pueden acabar aislando la economía rusa, aunque apuntó que el PIB de este país es similar actualmente al español.

INFLACIÓN Y OLIGARCAS

Ruiz explicó que Rusia es una “enorme gasolinera” para la UE, en el sentido de que le proporciona importantes cantidades de gas y petróleo, por lo que limitar este flujo puede tener consecuencias relevantes. Apuntó que de la venta de combustible los rusos obtienen para financiar gran parte de sus inversiones y el 50% de sus bienes de consumo.

Añadió que otro capítulo importante de las sanciones son lo referido a la suspensión de las exportaciones a Rusia de material tecnológico, que puede hacer que en “cuatro o seis semanas” los aviones de este país tengan dificultades para volar por falta de piezas o recambios.

Además el presidente del Instituto Elcano resaltó la trascendencia de que se hayan decidido congelar las reservas que el Banco Central Ruso tiene en el extranjero, de forma que este país ha dejado de poder usar unos 350.000 millones al ser inmovilizados por otros países. Apuntó que esto hace que a Putin le quede el salvavidas de unos 180.000 millones en reservas de oro, que es lo que puede ir usando para contener la inflación y mantener el sistema bancario.

Sin embargo, indicó que esto no ha impedido que el rublo haya perdido el 40% de su valor en una semana. Destacó que estas son el tipo de condiciones que en otros países han hecho caer a sus mandatarios y recordó que una subida del precio del pan fue lo que propició las manifestaciones en Túnez que desencadenaron la primavera árabe.